Una joya oculta en el noreste de Ibiza

Ubicada entre el mar y el bosque en 85.000 m² de tierra ibicenca virgen, esta villa es más que un hogar: es una experiencia. Un lugar donde la belleza natural se une a la maestría arquitectónica, donde cada curva y cada contorno cuentan una historia de tradición reinterpretada.

Entre y sienta la armonía. La luz se cuela por los tragaluces, baila por los techos curvos y le conduce a espacios que parecen íntimos y amplios a la vez. Todo fluye sin esfuerzo. De la cocina al salón y a la terraza, no hay barreras, sólo transiciones. Cada ventana es un lienzo que enmarca árboles de Sabina, bosques de un verde intenso y destellos del lejano azul del mar.

En el corazón de la casa: una piscina climatizada de mármol Lapponia Verde. Una joya de piedra. Rodéela de amigos, música o silencio: este lugar se adapta a su estado de ánimo.

Seis habitaciones. Seis santuarios. Todos ellos creados con intención, basados en materiales naturales y revestidos de un lujo sosegado. Dos suites principales ofrecen vestidores y terrazas en las que el amanecer parece ser sólo suyo.

Desde el sistema de sonido hasta la seguridad, cada detalle está pensado para facilitarle las cosas. Lo sentirá en el calor del suelo radiante bajo sus pies, en el zumbido de la música dentro y fuera, en la paz de saber que está completamente protegido y, a la vez, completamente libre.

A sólo unos minutos de San Carlos y a un corto paseo de Cala Mastella, esta villa es el tipo más raro de refugio: uno que ofrece una profunda quietud sin sentirse nunca remoto.

Esto es vivir en Ibiza en su forma más inspirada.